lunes, 16 de agosto de 2010

Ejemplos de artículos de opinión



El ejemplo de Asturias
Luis Granell (Ecología y Desarrollo)
15/10/05
Tema: Transporte




La proximidad de la Expo 2008 y una larga serie de actuaciones urbanísticas de imensiones hasta ahora desconocidas en Zaragoza están provocando enormes inversiones de dinero público. Del acierto en la aplicación de este gasto dependerá que la ciudad y Aragón reciban los beneficios que se esperan de la exposición internacional. Pero, al menos en materia de transportes, el dinero se está gastando mal.

Un reciente y muy recomendable viaje de Bilbao a Ferrol, utilizando los trenes de FEVE, me ha permitido conocer la red cantábrica de los Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha y sorprenderme de su elevado grado de eficacia en el transporte suburbano de viajeros de Cantabria y, sobre todo, Asturias. Durante los últimos años de Álvarez Cascos al frente del Ministerio de Fomento había oído hablar mucho del proyecto “Metrotrén”, referido a su región natal; francamente, yo pensaba que la palabreja era un truco publicitario más, pero he tenido la oportunidad de comprobar que no, que definía un plan serio y que está teniendo ya resultados muy positivos.

Con unas inversiones reducidas (de las que la mayor parte se la ha llevado la integración del ferrocarril en Oviedo), han conseguido crear un sistema de transporte público no contaminante y muy eficiente, un auténtico metro de superficie que presta servicio a buena parte de Asturias. En lugar de plantearse proyectos faraónicos e inversiones multimillonarias, han optado por sacar el máximo provecho de la red existente, aprovechando los viejos ferrocarriles mineros y siderúrgicos, electrificándolos y unificando sus sistemas de señalización, así como renovando algunos tramos de vía. Tan solo se han realizado algunas pequeñas variantes y cortos túneles. Y, por supuesto, se ha mejorado la flota de trenes, aunque en la mayoría de los casos reutilizando los anteriores.

Pero, y ahí radica la clave del éxito del “Metrotrén”, se ha planificado un servicio eficaz, con frecuencias que en las líneas más importantes alcanzan a un tren cada 15 minutos e incluso menos, y que permiten a pueblos del tamaño de Samper de Calanda o Ricla disponer de un tren cada hora para ir a Oviedo o Gijón. Al mismo tiempo, se han renovado todas las estaciones y apeaderos de la red, construyendo otros nuevos allí donde (barrios de nueva construcción, hospitales, centros comerciales, etc.) la demanda lo exigía. Así, en mis viajes de aficionado impenitente pude comprobar que en Asturias el tren lo usan desde señoras casi ancianas con el carrito de la compra, hasta adolescentes que iban a jugar un partido de fútbol al pueblo vecino. Y, por supuesto, decenas de miles de personas para desplazarse diariamente a su trabajo.

Viéndolo, no podía sino comparar con lo que pasa en Aragón, donde se han invertido sumas ingentes de dinero en una línea de alta velocidad a Madrid que no termina de serlo y ha impedido implantar servicios de cercanías en Zaragoza. O en la línea, ésta si que no será nunca de alta velocidad, de Huesca, que es un despropósito técnico y que solo utiliza un tren al día. Y comparar los modestos pero eficaces, numerosos y limpios trenes de vía estrecha asturianos, llenos a rebosar, con los más grandes pero escasos, con horarios estrambóticos, muchas veces sucios o averiados y casi siempre vacíos, de la red regional de Renfe en nuestra región.

Y, pensando que había sido el mismo Ministerio del PP el que había protagonizado actuaciones tan distintas en Asturias y en Aragón, no podía sino preguntarme: ¿por qué?

Creo que la diferencia estuvo en que, a un nivel evidentemente inferior al de ministro, en Asturias había alguien que tenía las ideas claras y en aquella comunidad (gobernada por el PSOE, por cierto) tenían una política de transportes social y ecológicamente sostenible. Una política de la que carece el Gobierno aragonés, que sigue programando autopistas por todas partes, como si anduviésemos necesitados de más CO 2 y el precio del petróleo estuviera a la baja.

Por cierto, el director general de Transportes, máximo responsable después del consejero de que Aragón no tenga política de transportes, acaba de ser ascendido. Y el consejero delegado de Zaragoza Alta Velocidad, que se había empeñado en defender que el dinero que saliera de la venta de suelos ferroviarios debía revertir al sistema público de transportes, cesado.



Luis Granell Pérez

Miembro del Consejo de la Fundación Ecología y Desarrollo

http://archivo.ecodes.org/pages/articulos/articulo.asp?idarticulo=43


El cambio climático es el ejemplo más claro de alerta temprana
16 de junio de 2009
Bekele Geleta, Secretario General de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja


Para muchas personas que sufren sus efectos en todo el mundo, la crisis económica global se deben sentir como lo que en la esfera humanitaria denominamos un desastre de “gestación rápida”, pues de una día para otro se quedaron sin casa, sin trabajo y sin futuro.

Ahora bien, economistas de numerosos países proclaman, probablemente con razón, haber visto despuntar los peligros en el horizonte mucho antes: insostenibles burbujas inmobiliarias; prácticas cuestionables e incomprensible de los bancos, centradas en la “securitización”, demasiados préstamos, etc.

Nosotros también creemos ver signos precursores de trastornos en aquello que en la edición de este año del Informe Mundial sobre Desastres se califica de “ejemplo más claro de alerta temprana”: el cambio climático.

En el informe se indican varias pruebas sobre las cuales coinciden expertos de todo el mundo y que dan a entender que en las próximas décadas el clima cambiará mucho. Hoy, ominosamente, los científicos prevén sorpresas “imaginables” y “verdaderas” sorpresas. “Incógnitas desconocidas”.

Huelga decir que aunque esos pronósticos conllevan incertidumbres es muy probable que aumenten la frecuencia y la gravedad de fenómenos climáticos extremos como inundaciones, sequías y tormentas. Y no podremos argumentar que no se nos alertó. En marzo, expertos reunidos en Copenhague, Dinamarca, afirmaron que el nivel de los mares del planeta podría haber aumentado más de un metro a finales de siglo debido a cambios en las capas de hielo polar; a su entender, las actuales estimaciones de la ONU son demasiado bajas.

Potencialmente, los desastres que desencadenará el cambio climático pondrán en peligro más vidas y medios de subsistencia que cualquier otro desastre que el mundo haya tenido que afrontar. Habida cuenta de esa “alerta temprana” ¿estamos tomando medidas? Hasta ahora, sólo de manera fragmentada. Algunos países y comunidades avanzaron mucho en lo que respecta a protegerse, pero otros, generalmente países en desarrollo, carecen de medios para actuar.

Desastres relacionados con el clima

Indudablemente, los desastres sísmicos son devastadores. En diciembre pasado, se cumplió el quinto aniversario psicológicamente importante del tsunami en el Océano Índico, tal vez, el peor desastre natural de este tipo desde que se llevan registros.

En el informe se señala que, después de 2004, el año pasado fue el más mortífero de la década anterior debido tan solo a dos desastres: el ciclón Narguis que dejó un saldo de casi 140.00 muertos (o desaparecidos que se dieron por muertos) en Myanmar y el terremoto de Sichuan que se cobró casi 88.000 vidas en China. Ambos contabilizaron el 93 por ciento del total mundial.

Es difícil sacar conclusiones de peso acerca de estos dos desastres salvo, quizás, en lo que se refiere a las limitaciones políticas del quehacer humanitario.

Ahora bien, en el trasfondo de nuestro informe, que no fue escrito por nosotros sino por expertos independientes, se escucha el constante repique del tambor de la alerta climática, afortunadamente aún calificada de “temprana” y que, aunque no sea por mucho tiempo, todavía se puede conjugar con la acción “temprana”.

De hecho, el subtítulo del Informe Mundial sobre Desastres de este año es: Alerta temprana, acción temprana.

En los cinco últimos años, el Fondo de Reserva para el Socorro en Casos de Desastre de la Federación Internacional (DREF por su sigla en inglés) aumentó alrededor de 300 por ciento y el año pasado confirmó ampliamente la multiplicación de desastres de pequeña escala relacionados con el clima sobre los cuales alertan los científicos. Inundaciones, tormentas, olas de calor y sequías contabilizaron casi el 60 por ciento de los subsidios del DREF que actualmente ascienden a más de 15 millones de dólares anuales.

De hecho, esa tendencia es tan aguda que nosotros de la Cruz Roja y la Media Luna Roja que debemos tratar de recuperar piezas después de los desastres, consideramos que ya no podemos quedarnos de brazos cruzados y limitarnos a intervenir después que sobrevienen, y que cada vez más, tenemos que tratar de preverlos y reducir su impacto.

En menos de una década, en Mozambique se logró disminuir casi a cero el número de muertos en inundaciones y tormentas.

En julio de 2008, la FICR hizo su primer llamamiento totalmente preventivo (por unos 750.000 dólares) para costear la preparación en previsión de inundaciones, basándose en pronósticos sobre la estación del monzón en África occidental que resultaron muy exactos. Aunque en ningún país hubo grandes emergencias como en 2007, los profesionales de gestión de desastres estuvieron en mejores condiciones de ocuparse de múltiples emergencias menores, sobre todo, en Benin y Togo.

Los huracanes caribeños Fay, Gustav, Hanna e Ike que abatieron Haití en 2008 causaron un número considerable de pérdidas humanas, pero sin la “alerta temprana, acción temprana”, ese saldo hubiera sido mucho peor. Los voluntarios de la Cruz Roja, prevenidos en su mayoría, trabajaron las 24 horas antes y después de las tormentas llevando a cabo tareas de evacuación, búsqueda y rescate, primeros auxilios y socorro. Imaginaron diversos escenarios sobre la recalada de los huracanes y luego definieron el mejor uso de los escasos recursos disponibles para salvar vidas.

Este año y el año que viene, la Federación Internacional preconizará un mayor uso del DREF para la preparación en previsión de desastres y junto con las organizaciones científicas que son nuestras asociadas trataremos de proporcionar a las Sociedades Nacionales alertas tempranas de fenómenos inesperados o tendencias anómalas.

Esto último nos lleva de vuelta a allí donde habíamos empezado. En el nuevo clima de austeridad mundial de hoy en día, debemos demostrar el valor monetario de los bienes y servicios que ofrecemos tanto en el sector público como en el privado. Y también con toda razón.

“Impacto” humanitario

Ser exacto es imposible pero un estudio académico reveló que en términos de “impacto” humanitario, el dinero público vale cuatro veces más si se gasta en medidas de preparación y protección antes que sobrevengan desastres en lugar de hacerlo en intervenciones posteriores que son relativamente onerosas.

Eso es factible y el estudio de caso citado por muchos expertos en desastres sigue siendo Mozambique, uno de los mejores ejemplos mundiales de lo que nosotros denominamos “preparación en previsión de desastres basada en la comunidad”. En menos de una década, mediante procedimientos y simulacros de evacuación planificados con minucia, y un mejor uso de la información meteorológica, se logró reducir casi a cero el número de muertos en las inundaciones y tormentas a las que dicho país se ve expuesto periódicamente.

Si los científicos están en lo cierto, sería natural que la Cruz Roja y la Media Luna Roja, así como otras instituciones que intervienen en casos de desastre fueran las primeras en percatarse de que las cosas están cambiando (Dicho sea de paso, así es.)

Y seguramente no es coincidencia que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Poznan, Polonia, en diciembre de 2008, fuera la primera de esta naturaleza en la que se abordó la cuestión de la adaptación a los inevitables impactos humanitarios del cambio climático y también la primera en la que hubo una representación contundente de la comunidad humanitaria.

Bekele Geleta, Secretario General de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.



http://www.ifrc.org/sp/docs/news/opinion09/09061701/index.asp

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