Cine: Avatar
Cuando pudimos ver el primer tráiler de Avatar, muchos nos temimos que el gran proyecto de James Cameron terminaría siendo una insulsa mezcla de Aliens con Pocahontas y que seguiría un guión previsible y poco original. Así que ayer acudí al cine esperándome lo peor y con pocas esperanzas de ver una historia interesante.
Y, efectivamente, es una mezcla de Aliens con Pocahontas (bueno, más bien Bailando con Lobos o El último Samurái)...pero también es una maravillosa película de acción y ciencia ficción. Genio en estado puro. Y eso pese al riesgo que asume el director: Cameron se mueve en todo momento por la delgada línea que separa una buena película de un bodrio comercial, pero -aunque el resultado dependerá obviamente de los gustos de cada uno- consigue no caer por el precipicio hollywoodiense. Porque Avatar es grandiosa, original, entretenida y emocionante a partes iguales. ¿Previsible? Puede, pero sólo en líneas generales, ya que la película está repleta de pequeños detalles que te mantendrán pegado a la butaca con la boca abierta.
Si el guión puede admitir alguna crítica, visualmente no hay objeción alguna: Avatar es una fiesta para los sentidos, una exaltación de la imaginación. En este sentido, es la película más impactante que he visto en mi vida. Así de simple. Pandora se nos presenta con todos los detalles de un mundo real, con una hermosura apabullante. Y al igual que su planeta natal, los Na'vi, seres de una belleza perfecta, parecen sacados de una novela de fantasía, aunque al mismo tiempo resultan plausibles. Son lo suficientemente extraños para que el espectador los considere exóticos y alienígenas, pero también lo bastante humanos para que nos sintamos identificados con sus miedos y esperanzas. Cameron consigue que durante más de dos horas pensemos en Pandora como en nuestro hogar y que, como el protagonista, sintamos la necesidad de defenderlo de la invasión de la "gente del cielo". El argumento ecologista está basado en la Hipótesis de Gaia extrema y, aunque pueda parecer ingenuo y simple, funciona como eje narrativo. Por supuesto, desde el punto de vista científico hay miles de incoherencias y errores, pero, francamente, ¿a quién le importa? Y es que ésa es la clave de Avatar: da igual que la historia sea ingenua y previsible, o que la trama esté repleta de clichés que hemos visto en innumerables ocasiones en otras películas, porque el resultado final es mágico y diferente. Francamente, hacía muchos, muchos años que una película no me emocionaba tanto y me hacía sentir como un niño que va por primera vez al cine. Normalmente, cuando veo una película de ciencia ficción, mi mente siempre me susurra en segundo plano cosas como "esto no es exacto" o "menudo fallo científico". No en esta ocasión. ¿Montañas flotantes? ¿Por qué no?
Avatar me ha devuelto la confianza en las grandes superproducciones de Hollywood: está claro que todavía se pueden hacer buenas películas comerciales de ciencia ficción.
Al fin y al cabo, ¿quién dijo que Pocahontas no podía ser espectacular?
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