lunes, 30 de agosto de 2010

Crónica barrio Yungay


a está cerca de cumplir las siete decádas y, según me ha dicho, pasó los mejores años de su vida en la calle Rosas, paseando a su primera hija en coche por la Plaza del Roto Chileno. Aunque mi papá ya no habita en su querido barrio Yungay y hoy es un cisternino más, en su corazón se quedaron grabados los paisajes, cités y recovecos de este histórico barrio de la capital.


Recuerdo una vez que después de una trifulca familiar agarró sus cosas y salió sin decirle nada a nadie. No supimos en todo el día dónde rayos estaba metido, pero cuando regresó en la noche nos confesó que había decidido visitar esas calles que le traían tantos buenos recuerdos. Diría que mi padre es un hombre enamorado de su ex barrio, porque al hablar de Yungay se emociona y le brillan los ojos, como quien recuerda a un viejo amor. Por lo mismo no me cuesta entender la lucha que han mantenido los vecinos de este sector, para evitar que el boom inmobiliario arrase con todo a su paso. Sus esfuerzos dieron frutos, tanto que Yungay fue declarado zona típica por el Consejo de Monumentos Nacionales. Pero esto no quiere decir que esté a salvo de las constructoras…


Según información extraída del portal Biblioredes, el origen de este barrio se remonta a mediados del siglo XIX, en terrenos que se conocían como el “Llano de Portales”. Uno de los emblemas de este sector es la Plaza Yungay, que fue creada como un homenaje al triunfo chileno en la batalla del mismo nombre durante la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana.



En el centro de la plaza se levanta el monumento al Roto Chileno, obra de Virginio Arias. Este barrio era el preferido de la clase media y media alta santiaguina, con calles pavimentadas, alumbrado y tranvías. Hasta el día de hoy sobreviven algunas construcciones de larga data como el Teatro Novedades, la tradicional Peluquería Francesa y los pasajes patrimoniales surgidos a comienzos del siglo XX, y que hoy son considerados auténticas joyas urbanas.
Aunque algunas construcciones y casonas de incalculable valor histórico sucumbieron a la modernidad, afortunadamente hay otras que lograron librarse de las retroexcavadoras y conviven con las moles de cemento, que han intervenido la armonía arquitectónica del lugar (pero no del todo).
Cuenta la historia que en su período de mayor apogeo, este sector tuvo su propia estación de tren. Pero los años y el abandono fueron deteriorando este barrio, el que posteriormente fue habitado por personas de estratos más bajos. En esta época surgieron cerca de 65 cités, según da cuenta el Sitio de Yungay. Así, este perímetro fue quedando en el olvido, hasta que en la década del noventa se remodeló la plaza principal y se reemplazaron las luminarias.


Lentamente el sector fue recuperando su auge, configurándose como un espacio tradicional y cultural.
Actualmente, en la calle Compañía funciona el Museo de Arte Popular Americano, que ofrece cursos de extensión como tejido a telar y orfebrería, y en donde además se exhiben expresiones plásticas que realizan personas sin formación artística previa y que usan materiales propios del lugar de origen.
Podría decir tantas cosas más de este sector, pero me quedo con el compromiso de los vecinos, con su trabajo constante y organizado para hermosear las calles y evitar que el paso del tiempo borre su pasado. Sé que si mi padre aún viviera en su vieja casa de calle Rosas, entre Esperanza y Libertad, (hoy reducida a escombros), se sentiría igualmente orgulloso.
Si te interesa conocer un poco más sobre este sector, te dejamos las coordenadas para que lo visites cuando quieras: El barrio Yungay limita al norte con la calle Rosas, al sur con la Av. Bernardo O´higgins, al oriente con Av. Ricardo Cumming y al poniente con Av. Matucana.

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