lunes, 30 de agosto de 2010
Wall-e
EL AMOR NUNCA SE OXIDA
Mejor Película 2008
En ocasiones es bueno prestar oído a los presagios, como aquellos que señalaban desde hacía años que el asombroso poder que estaban teniendo las cintas de animación en la industria cinematográfica, terminarían por pasarle la cuenta al cine tradicional, entendiendo a este último como el dirigido, producido y actuado por humanos. Pues bien, pese al deseo de muchos por adelantar este proceso, finalmente el 2008 quedará marcado por ser la primera vez que una producción digitalizada, éxito rotundo de taquilla, se convierte en la película del año.
Wall-E, dirigida por uno de los cerebros tras los éxitos de la alianza Pixar y Disney, el estadounidense Andrew Stanton, trajo de vuelta a la magia del cine una historia de amor imposible de recrear sino es en base a animación. Un robot casi desvencijado, pero lleno de ternura y curiosidad, queda prendidamente enamorado de una sonda que busca vida vegetal en el planeta. Salvo que se usará computación avanzada, solo los dibujos poseen la fórmula para dar un resultado tan brillante como éste.
Luego de la partida de los seres humanos hacia el espacio exterior, hace ya 700 años, solo esta simpática máquina, que tiene por misión mantener la limpieza en lo que alguna vez fue una importante metrópolis, puede considerarse como el único legado viviente que dejó el ser humano, ya que su programación incluye no solo sus labores cotidianas, sino además, la posibilidad de interactuar con una cucaracha, maravillarse con antiguos videos abandonados por los humanos y jugar con diferentes utensilios.
Salvo por ocasionales tormentas de polvo, la rutina en las ruinas de la civilización pareciera carecer de cualquier atractivo, algo que al simpático Wall-E no parece importarle, pero un día esta cotidianidad se rompe drásticamente. Una enorme nave llega desde los cielos portando una sorpresa, la sonda exploradora Eva. Nada será lo mismo desde ahora para el sorprendido Wall-E, quien junto a esta extraña máquina voladora, se transforman en la pareja cinematográfica del año.
A pesar de su carácter temperamental, dispuesta a dispararle a cuanto objeto le parezca peligroso, Eva no parece ser una villana, al punto de apiadarse del asustadizo Wall-E, quien pasa desde el miedo intrínseco a la atracción más fuerte que haya experimentado alguna vez. Pero Eva tiene una misión imposible de postergar, encontrar vida vegetal para transportarla a los seres humanos en el cosmos. Es la única condición para un virtual repoblamiento de personas en el planeta.
Pese a los sentimientos de Wall-E, y a que Eva también ha comenzado a empatizar con él, la programación de esta última es inalterable, y al momento de encontrar una pequeña planta la misión se da por concluida, el regreso con los humanos es inminente. Nuestro simpático protagonista se resiste a la separación, y pese a todas sus limitaciones aerodinámicas, logra viajar junto a su amada por el espacio, en la nave que la lleva de regreso. Ahora junto a los humanos, convertidos en deformes obesos tras siglos de comodidades por el uso de robots, Wall-E, Eva, un contingente de máquinas y el rechoncho capitán de la nave interestelar lucharán por desbaratar un complot, pudiendo sufrir dolorosas consecuencias.
Stanton tuvo la ingeniosa ocurrencia de, salvo los personajes humanos, no colocarle voces triviales a las máquinas, y así éstas dialogaran como personas, en vez de eso, prefirió mantener el espíritu de ingenuidad en Wall-E y los otros robots, acentuando aún más la inocencia de un personaje entrañable. Incluso Eva, pese a su carácter práctico y firme determinación, también se limita a realizar sus deberes como cualquier otro miembro del equipo de máquinas. De esta manera, y salvo por breves palabras y sonidos emitidos por programación interna, solo los sentimientos pueden articular el accionar de estos seres inanimados, convirtiéndolos en maravillosos personajes.
Una vez más la producción digital nos regala animaciones de primer nivel, con efectos visuales que impresionan, en especial la recreación de la ciudad envuelta en polvo mientras se nos presenta a Wall-E, aciertos que a estas alturas son un plus cuando se habla de la alianza Pixar y Walt Disney. En definitiva, una historia de amor y ficción que no fue pensada solo para la familia, sino para todo tipo de público, el que una vez más premió en las boleterías a una producción de este género, esta vez eso sí, a la mejor de todas. El presagio se hizo realidad, el cine tradicional tendrá que esforzarse cada día más, nosotros seremos los grandes beneficiados.
Excelente
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