lunes, 30 de agosto de 2010
Leyenda del hombre lobo
En la edad media el fenomeno de los hombres lobo pasa a ser parte de las leyendas populares, su principal foco fue el centro y norte de Europa y las causas que hicieron que este fenomeno se propagase con tanta rapidez fue principalmente el gran indice de analfabetismo y el boca a boca.
En esta epoca de grandes pobrezas y hambrunas el ganado era fuente de gran riqueza entre la población, la presencia del lobo era motivo de temor, pues no solo era peligroso para el ganado sino que tambien acostumbraba a atacar a mujeres y niños que se aventuraban solos en el bosque (de hecho la mayor parte de los ataques de hombres lobo fueron realizados a mujeres y niños) y es en estas circunstancias donde en un clima de temor surge la leyenda del hombre lobo, motivada tal vez por la astucia de los lobos, por el miedo a un animal que caza en manada y con gran precisión y sobre todo a determinados crimenes realizados por hombres desequilibrados que asesinaron a mujeres y niños que se encontraban indefensos en el bosque, esto y el hecho de que la iglesia y su inquisición en su "cruzada" contra toda fuente de mal, muchas veces establecia sentencias inhumanas sobre algunas personas sobre las que se ejercia la acusación de ser un hombre lobo creo una situacion de temor y es tan grave este que entre 1589 y 1610 fueron registrados 30.000 casos de denuncias de ataques o avistamientos de hombres lobo.
Los casos de hombres-lobo diabólicos se suceden a lo largo de nuestra historia desde el siglo XVI. En algunos casos se trata de una maldición, una posesión diabólica que obliga al individuo a convertirse en una fiera sedienta de sangre. En otros, son hechiceros, que mediante ungüentos, cinturones o rituales, se transforman en animales para acudir al aquelarre y experimentar goces brutales y prohibidos.
Un famoso caso ocurrido en Dôle, Franco Condado, en 1573, donde el Parlamento se hizo eco de las denuncias de varias localidades, según las cuales;
"en los últimos tiempos se ha visto con frecuencia un hombre lobo, que al parecer ha apresado a varios niños pequeños, a quienes no se ha vuelto a ver".
El 9 de noviembre, unos campesinos rescataron a una niña de las fauces de un enorme lobo. Éste escapó, pero algunos testigos creyeron reconocer en la bestia los rasgos de Gilles Garnier, "el eremita de Saint Bonnot". Seis días después, la desaparición de un niño de 10 años provocó el apresamiento de Garnier, quien confesó ser un hombre-lobo y haber matado y devorado a varios niños. La carne de una de sus víctimas le pareció tan exquisita que le llevó un trozo a su mujer. El eremita de Saint Bonnot fue quemado vivo el 18 de enero de 1574.
La intervención diabólica y la relación con la hechicería queda patente en un caso ocurrido treinta años más tarde.
En las Landas, donde un pastor de 14 años, Jean Grenier, confesó que "cuando tenía diez u once años, mi vecino, Del Thillair, me presentó, en las profundidades del bosque, al Maître de la Forêt, un hombre negro que me hizo una señal con una uña y nos dio a Del Thillaire y a mi una piel de lobo y una pomada. De vez en cuando, corro por el campo bajo la forma de un lobo". Según su declaración, tras ponerse la piel de lobo y untarse con el ungüento, se transformaba en lobo, aspecto bajo el cual había devorado a más de cincuenta niños de la comarca.
El tema del cinturón de piel de lobo reaparece en otro proceso famoso, esta vez alemán.
El acusado, Peter Stubbe, afirmaba estar en posesión de un cinturón mágico de piel de lobo, "proporcionado por el diablo", que le daba la capacidad de transformarse en lobo. De esta forma, atacó, violó y devoró a muchas víctimas, entre las cuales se hallaban dos mujeres embarazadas, de las que extrajo el feto para comerse el corazón caliente del mismo.
Desde los doce años, Stubbe había practicado la magia negra. Finalmente, fue encontrado culpable de cometer incesto habitualmente con su hija y su hermana y de algo mucho más terrible: haber derramado toda su maldad sobre quien él llamaba el alivio de su corazón, su propio hijo, a quien condujo a un bosque "donde lo asesinó con la mayor crueldad, hecho lo cual, le sacó realmente los sesos fuera de la cabeza y se los comió".
Tras sus espantosas declaraciones, Stubbe fue torturado en la rueda, lo desollaron mediante tenazas al rojo vivo, le rompieron brazos y piernas, fue decapitado y, por último, se quemó su cuerpo junto al de su amante y su hija, condenadas ambas a arder vivas como cómplices de sus fechorías.
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