Casi sin excepción los seres humanos podemos agruparnos de acuerdo a características comunes, por ejemplo por género, raza, ocupaciones, tendencias, etc. al producto de esta clasificación lo denominamos “tipos humanos”, a estos tipos que como vemos existen de manera bastante natural se van asociando, mediante construcciones culturales, ciertas características fijas; cuando esto se transforma en una relación estable y aceptada por el conjunto social, hablamos de la presencia de un estereotipo, por ejemplo:
- el estereotipo de mujer dueña de casa, que dedicada su vida al cuidado de su familia y a la higiene del hogar, y que en el fondo “vive al servicio de los demás”
- o el de hombre de negocios, exitoso y triunfador, de buena posición económica y encantador con las mujeres.
- el o la joven “computin”, que vive pegado a su PC, establece relaciones sociales y afectivas por medio de él y está al tanto de las últimas innovaciones tecnológicas.
- el de la modelo, linda pero poco inteligente, que le gusta comprar y quiere triunfar en la televisión.
- etc.
Como son imágenes fácilmente reconocibles por la sociedad la publicidad las utiliza y muchas veces las explota para beneficiar la venta de un determinado producto.
ESTEREOTIPOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Existen muchas formas por las que se transmiten culturalmente los estereotipos, entre las que se cuentan el núcleo familiar, la educación formal y los medios de comunicación en general. No obstante, hoy en día son los medios de comunicación los que cumplen una función primordial en cuanto a su transmisión, dada su presencia permanente en nuestra vida cotidiana.
La radio, la televisión, el cine y, sobretodo, la publicidad, influyen profundamente en nuestra relación con los estereotipos, pues nos muestran modelos de aquello que resulta digno de imitación y anhelo y, por el contrario, de lo que es sujeto de rechazo y discriminación. De este modo, contribuyen enormemente a la creación, recreación y mantención de los prejuicios que condicionan nuestro modo de pensar y, por ende, de actuar.
Muchas veces los estereotipos están tan arraigados que llegan a convertirse en problemas sociales bastante serios; lamentablemente nos estamos acostumbrando a ver, por ejemplo, a adolescentes que siguen modelos estéticos de extrema delgadez a imitación de grandes artistas o figuras públicas, lo que los lleva no sólo a cambiar su estilo de vida y modificar sus relaciones sociales –alejándose de aquellos que buscan hacerles ver la realidad–, sino lo que es aún más serio, a atentar peligrosamente contra su salud.
Estos estereotipos pueden clasificarse según la siguiente tipología:
CLASES DE ESTEREOTIPOS PRESENTES EN LA SOCIEDAD
1. Estereotipos estéticos
Los conceptos de belleza son tan diversos como las culturas en que las que estos se insertan, por lo que evolucionan al mismo ritmo que aquellas.
Estereotipos estéticos femeninos v/s estereotipos estéticos masculinos
En primer lugar, es necesario destacar que la presencia del estereotipo estético femenino en los medios masivos de comunicación supera ampliamente la presencia de su
equivalente masculino. ¿Será porque las características físicas de la mujer hermosa están más establecidas?, puede ser…
Si pensamos en una mujer hermosa en la actualidad se nos viene a la mente la imagen de una mujer alta, delgada pero voluptuosa, ojalá rubia, de pelo largo y de ojos claros (en realidad, lo más parecida posible a una Barbie), en cambio, un hombre, para ser considerado buen mozo, puede tener características bastante más flexibles.
¿Cuál es el problema que acarrean estos estereotipos?
Como lo mencionábamos anteriormente, el culto a la extrema delgadez en el estereotipo femenino presente en nuestra sociedad puede llegar a producir problemas de salud, sobre todo, entre las adolescentes, sin hablar de los problemas de
autoestima que cargan miles y miles de jóvenes chilenas que no tienen las características físicas que el modelo impone; y es que la conformación del patrón fenotípico de las personas chilenas, es decir, la forma en que se expresa nuestra conformación genética, no se parece a lo que los medios nos presentan como ‘bello’ y, en consecuencia, aparecen otros ‘males’ como la adicción a las tinturas para el pelo, al gimnasio, al bisturí y a todo lo que logre artificialmente la imagen que se desea.
2. Estereotipos de género
Lo masculino y lo femenino en la publicidad En la publicidad observamos dos visiones imperantes sobre lo femenino. Por un lado, tenemos la visión de la mujer ‘madre
- ama de casa’, que cumple con los roles tradicionalmente asignados a su condición con una actitud de entrega y alegría; así, se preocupará de que su casa esté ‘libre de gérmenes’, de que sus hijos estén limpios y bien alimentados, de recibir con una sonrisa a su esposo cuando llega del trabajo, etc. Sin embargo, junto a esta imagen tradicional de la mujer, coexiste la que podríamos llamar ‘mujer 2.0’, aquella que sin descuidar su rol histórico en la vida familiar ha podido triunfar en el mundo laboral.
3. Estereotipos étnicos
Estereotipos y estigmatización.
A fines del siglo XIX se tomó la fotografía (ver) de una mujer y un hombre mapuche por años se tuvo como referente o estereotipo de su grupo étnico. No obstante, esta imagen poco tiene que ver con la realidad, tomando en cuenta que las mujeres mapuches casi nunca están llenas de joyas ni platería como ahí se muestra.
Lo que sucede con la etnia mapuche en Chile, es bastante complejo. Por un lado, hemos construido socialmente un estereotipo con rasgos negativos de este grupo humano, vinculándolos comúnmente con vicios y defectos como el alcoholismo, la terquedad, la flojera y la belicosidad. Por otro lado, está el conflicto permanente en el que se encuentran con el Estado, principalmente por el reconocimiento de sus tierras ancestrales, en las que han vivido desde antes de la llegada de los españoles a América y que se encuentran en manos de privados desde hace décadas.
Si atendemos a lo que informan los medios de comunicación acerca de los mapuches, nos enfrentaremos, con frecuencia, a imágenes como esta, que se relacionan con los conflictos por los territorios ancestrales en el sur y con enfrentamientos
con carabineros que surgen como consecuencia de aquellos, pero escasamente, o más aún, casi inexistentemente, con programas o noticias que hablen de su cultura, que transmitan sus creencias y su lengua, etc.
Otro claro ejemplo de estereotipos y estigmatización étnica se da en relación a los árabes, los que si bien están compuestos por varias etnias diferentes, en Occidente tendemos a creer que todos son iguales y, por ende, todos terroristas (rasgo no exclusivo de aquellos grupos, sino que también se encuentra presente en la sociedad occidental). Las imágenes que en las últimas décadas nos ha entregado la prensa en
torno a los conflictos en el Medio Oriente han propiciando la estigmatización de este grupo de personas.
4. Estereotipos sociales
Otro de los estereotipos más comunes dentro de la sociedad es el que se ha construido en torno a los pobres o indigentes, a los que se suele relacionar con la delincuencia, la drogadicción, la flojera o la suciedad, lo que conlleva muchas veces que se los trate con una actitud prejuiciosa y discriminadora y que sufran
la exclusión de una sociedad que no se hace cargo de la raíz de los problemas que, en definitiva, llevan a las personas a vivir en dichas condiciones. Este estereotipo social tiene su contraparte en los llamados “cuicos”, los que también se asocian a características, visiones de mundo y formas de vida determinadas, aunque estas,
por pertenecer a un grupo acomodado de la sociedad, se consideran aceptables.
5. Estereotipos etarios
También se construyen estereotipos acerca de las distintas etapas de la vida; así, por ejemplo, vemos como a los niños se los asocia a la inocencia, la indefensión y la alegría; mientras que a los abuelos se los relaciona principalmente con la
dulzura, la pasividad y la dependencia. Sin embargo, en nuestra cultura no se destaca la experiencia que éstos han adquirido a lo largo de la vida, como sí lo hacen otras culturas (como la sociedad china o japonesa, por ejemplo). En cierto sentido, culturalmente percibimos a los ancianos de modo parecido a cómo percibimos a los niños.
Los adultos, por su parte, suelen identificarse con una vida gobernada por el stress, con la falta de tiempo y el exceso de cansancio, lo que les impide compartir la vida en familia. Los otros estereotipos de adultos están relacionados con los roles de género que ya estudiamos.
Los jóvenes son un grupo que merece especial atención, pues, sin lugar a dudas, son el grupo etáreo sobre el que existe un mayor número de estereotipos. Por un lado, tenemos el “joven común y corriente” al que se asocian características como el
gusto por las actividades sociales y la realización de actividades estudiantiles, pero por otra parte, la gama de jóvenes que no podemos hacer coincidir con esta visión es amplia y variada; tenemos que considerar los distintos grupos urbanos o tribus, a los que el común de las personas suele identificar por su modo de vestir, sus accesorios, etc., a los que se asocia ideas y formas de comportamientos determinados.
Actividad:
- Identifiquen y clasifiquen los estereotipos presentes en los anuncios recopilados.
- ¿Cuáles clases de estereotipos son los que tienen mayor presencia en la publicidad?
- ¿Por qué consideran que específicamente esos son los que más aparecen?
- ¿Qué consecuencias creen que tenga en la sociedad el énfasis que se les da?
- ¿Cómo creen que inciden en la visión de mundo y en las aspiraciones de jóvenes de su edad?
- ¿Qué opinan de estos estereotipos?
mainkha
ResponderEliminar