La idea es que se presente al curso los titulares de los artículos y que manifiesten preferencia por alguno, a partir de esto deberán agruparse para leer y comprender el artículo para posteriormente analizarlo de acuerdo a la pauta. No es indispensable que todos los grupos lean todos los artículos.
Los artículos son tomados de la revista Muy Interesante, versión on line.
La gallina fue antes que el huevo?
Científicos de la Universidad de Warwick y la Universidad de Sheffield (Inglaterra) han llegado a la conclusión de que la gallina existió antes que el huevo debido a que una proteína hallada en los ovarios de las gallinas, la ovocledidina-17 (OC-17), cumple una función clave en la formación de la cáscara del huevo.
El hallazgo, aseguran, es una evidencia suficiente para determinar no sólo que la gallina fue antes que el huevo, sino también que la primera gallina posiblemente no nació de un huevo de su misma especie.
"Nuestro estudio nos hace detenernos por un momento y pensar si el huevo del que salió la primera gallina fue realmente un huevo de gallina", apunta Mark Rodger, de la Universidad de Warwick. En este sentido, los investigadores sugieren que tuvo que haber un embrión que se transformó en la primera gallina, aunque señalan que el huevo que pusieron sus progenitores "no tendría el aspecto de un huevo de gallina tal y como lo conocemos hoy día".
No obstante, Rodger ha reconocido que el dilema sobre qué fue primero, el huevo o la gallina, "nunca tendrá una respuesta definitiva en el sentido de que no se puede verificar de acuerdo a métodos científicos".
El descubrimiento del rol que juega la proteína OC-17 en la formación de la cáscara de huevo permitirá además avances en el campo de la medicina a la hora de crear huesos sintéticos e implantes más parecidos a los reales.
Alimentos ecológicos ¿qué son?
"Póngame un kilo de tomates y un par de pepinos, pero ecológicos, por favor". Lo que antes podía parecer extraño empieza a ser habitual entre los compradores: el consumo de frutas y verduras ecológicas. Pero ¿qué principios rigen este sistema productivo?
¿Cuáles son las prácticas agrarias utilizadas y en qué se diferencian de la agricultura normal? ¿Qué etiqueta llevan los productos eco?
La palabra ecología inunda nuestro vocabulario y no es difícil encontrar en el supermercado decenas de productos "bio", provenientes de sistemas productivos ecológicos. Es importante saber qué requisitos tiene que cumplir un alimento para ser considerado ecológico y qué normas regulan su etiquetado para que, a fin de cuentas, no nos den gato por liebre cuando vamos a hacer la compra.
En la Unión Europea existen tanto normas de producción como normas de etiquetado relativas a los alimentos ecológicos. Recientemente se acaba de aprobar el nuevo símbolo que distinguirá unos productos y otros, la llamada "eurohoja". Etiqueta que será obligatoria para las frutas, verduras,etc. "eco" producidas dentro de la Unión, y a la que se podrán añadir las distinciones específicas de cada región o Comunidad Autónoma.
Prácticas agrarias
Pero sólo algunos productos pasan el filtro ecológico. Para que tengan esta consideración, deben basarse en unas prácticas amables con el medio ambiente, que minimicen el impacto humano, y sean producidos de la manera más natural. Para conseguirlo, los agricultores y ganaderos suelen seguir ciertas prácticas ecológicas habituales, como la rotación de cultivos, la limitación del uso de pesticidas sintéticos y antibióticos para el ganado, prohibición del uso de transgénicos, selección de especies vegetales y animales resistentes a enfermedades y con adaptaciones regionales, la cría en espacios abiertos y el aprovechamiento de los recursos cercanos a la zona de cultivo o cría.
Todo esto, como explican desde la Comisión Europea de Agricultura de manera sencilla se resume en que "la agricultura ecológica es un sistema de producción agrícola que proporciona al consumidor alimentos frescos, sabrosos y auténticos al tiempo que respeta los ciclos vitales de los sistemas naturales".
Consumidores de productos ecológicos
En economía existe la famosa ley de la oferta y la demanda, según la cual, a mayor demanda mayor oferta, y viceversa, lo que simplemente explica la correlación entre el productor y el consumidor. Las estadísticas muestran que cada vez más consumidores apuestan por los productos ecológicos a la hora de hacer sus compras, buscando las etiquetas de certificación y encontrando cada vez más alimentos en los estantes de los supermercados.
Según los estudios de la Unión Europea, se estima que el mercado de los productos ecológicos está creciendo a un ritmo del 10-15% cada año, lo que ha supuesto que entre 1997 y 2006 el crecimiento de este tipo de productos respecto al total haya pasado del 0,5 al 4 por ciento en toda la Unión Europea.
En nuestro país, según los datos del informe Organic Farming in the European Union, realizado en el 2005, todavía estamos lejos de las grandes superpotencias consumidoras. Dinamarca se situaba como el país con más ventas de alimentos y bebidas ecológicas en relación con el mercado global de alimentos, con un 5 por ciento, seguido del mercado sueco (un 3 por ciento), Alemania, (2,6 por ciento) y los Países Bajos (con un 1,8 por ciento). Eso sí, a nivel de producciónencabezamos el ranking europeo con Andalucía y Cataluña a la cabeza.
Fuera como fuese, lo que está claro es que el mercado de los alimentos ecológicos se está desarrollando a una gran velocidad, tanto a través de los consumidores como a nivel productivo, aunque parece que la oferta va por delante de la demanda.
Javier Flores
La hipótesis del cerebro protector
Un equipo internacional liderado por investigadores del CREAF y del CSIC ha analizado 493 especies de mamíferos para confirmar que los animales con cerebros más grandes son más longevos. El nuevo estudio confirma las ventajas adaptativas de poseer un
cerebro de gran tamaño.
“Tradicionalmente se ha considerado que una de las ventajas selectivas de poseer un cerebro grande es facilitar el desarrollo de nuevos comportamientos para responder a desafíos ecológicos que el individuo no ha experimentado antes, como una reducción súbita de los alimentos o la irrupción de un nuevo depredador”, explica César González-Lagos, autor principal del estudio e investigador en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), asociado a la Universidad Autónoma de Barcelona.
Los resultados, que se publican en el Journal of Evolutionary Biology, revelan que las especies que han desarrollado grandes cerebros viven más años que las que tienen cerebros pequeños, como sugiere la hipótesis del cerebro protector.
Según esta hipótesis, el cerebro adoptaría un papel “protector” que permitiría reducir la mortalidad y alargar la vida reproductora de los individuos, compensando de esta forma los costes energéticos y de desarrollo asociados a un cerebro grande. No obstante, las evidencias que aporta el estudio son “correlativas”, lo que significa que no indican “necesariamente” causa-efecto.
¿Qué ventaja selectiva ofrece un cerebro grande?
A lo largo de su historia evolutiva algunos mamíferos, como los primates, los cetáceos y los elefantes, han desarrollado cerebros mucho más grandes de lo que se esperaría por su tamaño corporal. Pero un gran cerebro implica costes energéticos y tiempo de desarrollo. En El descendiente del Hombre (1871), el naturalista británico Charles Darwin, siempre atraído por esta cuestión, pensaba que un cerebro grande, como el de los humanos, mejoraba la capacidad mental de los individuos, porque la selección natural favorece la aparición de los cerebros grandes. Darwin creía que con un cerebro grande la capacidad mental mejoraba.
Pero, ¿qué ventaja selectiva puede ofrecer? La controversia sobre los beneficios de tener un mayor cerebro aún continúa.
Susan Solomon:
Los artículos son tomados de la revista Muy Interesante, versión on line.
La gallina fue antes que el huevo?
Científicos de la Universidad de Warwick y la Universidad de Sheffield (Inglaterra) han llegado a la conclusión de que la gallina existió antes que el huevo debido a que una proteína hallada en los ovarios de las gallinas, la ovocledidina-17 (OC-17), cumple una función clave en la formación de la cáscara del huevo.
El hallazgo, aseguran, es una evidencia suficiente para determinar no sólo que la gallina fue antes que el huevo, sino también que la primera gallina posiblemente no nació de un huevo de su misma especie.
"Nuestro estudio nos hace detenernos por un momento y pensar si el huevo del que salió la primera gallina fue realmente un huevo de gallina", apunta Mark Rodger, de la Universidad de Warwick. En este sentido, los investigadores sugieren que tuvo que haber un embrión que se transformó en la primera gallina, aunque señalan que el huevo que pusieron sus progenitores "no tendría el aspecto de un huevo de gallina tal y como lo conocemos hoy día".
No obstante, Rodger ha reconocido que el dilema sobre qué fue primero, el huevo o la gallina, "nunca tendrá una respuesta definitiva en el sentido de que no se puede verificar de acuerdo a métodos científicos".
El descubrimiento del rol que juega la proteína OC-17 en la formación de la cáscara de huevo permitirá además avances en el campo de la medicina a la hora de crear huesos sintéticos e implantes más parecidos a los reales.
Alimentos ecológicos ¿qué son?
"Póngame un kilo de tomates y un par de pepinos, pero ecológicos, por favor". Lo que antes podía parecer extraño empieza a ser habitual entre los compradores: el consumo de frutas y verduras ecológicas. Pero ¿qué principios rigen este sistema productivo?
¿Cuáles son las prácticas agrarias utilizadas y en qué se diferencian de la agricultura normal? ¿Qué etiqueta llevan los productos eco?
La palabra ecología inunda nuestro vocabulario y no es difícil encontrar en el supermercado decenas de productos "bio", provenientes de sistemas productivos ecológicos. Es importante saber qué requisitos tiene que cumplir un alimento para ser considerado ecológico y qué normas regulan su etiquetado para que, a fin de cuentas, no nos den gato por liebre cuando vamos a hacer la compra.
En la Unión Europea existen tanto normas de producción como normas de etiquetado relativas a los alimentos ecológicos. Recientemente se acaba de aprobar el nuevo símbolo que distinguirá unos productos y otros, la llamada "eurohoja". Etiqueta que será obligatoria para las frutas, verduras,etc. "eco" producidas dentro de la Unión, y a la que se podrán añadir las distinciones específicas de cada región o Comunidad Autónoma.
Prácticas agrarias
Pero sólo algunos productos pasan el filtro ecológico. Para que tengan esta consideración, deben basarse en unas prácticas amables con el medio ambiente, que minimicen el impacto humano, y sean producidos de la manera más natural. Para conseguirlo, los agricultores y ganaderos suelen seguir ciertas prácticas ecológicas habituales, como la rotación de cultivos, la limitación del uso de pesticidas sintéticos y antibióticos para el ganado, prohibición del uso de transgénicos, selección de especies vegetales y animales resistentes a enfermedades y con adaptaciones regionales, la cría en espacios abiertos y el aprovechamiento de los recursos cercanos a la zona de cultivo o cría.
Todo esto, como explican desde la Comisión Europea de Agricultura de manera sencilla se resume en que "la agricultura ecológica es un sistema de producción agrícola que proporciona al consumidor alimentos frescos, sabrosos y auténticos al tiempo que respeta los ciclos vitales de los sistemas naturales".
Consumidores de productos ecológicos
En economía existe la famosa ley de la oferta y la demanda, según la cual, a mayor demanda mayor oferta, y viceversa, lo que simplemente explica la correlación entre el productor y el consumidor. Las estadísticas muestran que cada vez más consumidores apuestan por los productos ecológicos a la hora de hacer sus compras, buscando las etiquetas de certificación y encontrando cada vez más alimentos en los estantes de los supermercados.
Según los estudios de la Unión Europea, se estima que el mercado de los productos ecológicos está creciendo a un ritmo del 10-15% cada año, lo que ha supuesto que entre 1997 y 2006 el crecimiento de este tipo de productos respecto al total haya pasado del 0,5 al 4 por ciento en toda la Unión Europea.
En nuestro país, según los datos del informe Organic Farming in the European Union, realizado en el 2005, todavía estamos lejos de las grandes superpotencias consumidoras. Dinamarca se situaba como el país con más ventas de alimentos y bebidas ecológicas en relación con el mercado global de alimentos, con un 5 por ciento, seguido del mercado sueco (un 3 por ciento), Alemania, (2,6 por ciento) y los Países Bajos (con un 1,8 por ciento). Eso sí, a nivel de producciónencabezamos el ranking europeo con Andalucía y Cataluña a la cabeza.
Fuera como fuese, lo que está claro es que el mercado de los alimentos ecológicos se está desarrollando a una gran velocidad, tanto a través de los consumidores como a nivel productivo, aunque parece que la oferta va por delante de la demanda.
Javier Flores
La hipótesis del cerebro protector
Un equipo internacional liderado por investigadores del CREAF y del CSIC ha analizado 493 especies de mamíferos para confirmar que los animales con cerebros más grandes son más longevos. El nuevo estudio confirma las ventajas adaptativas de poseer un
cerebro de gran tamaño.
“Tradicionalmente se ha considerado que una de las ventajas selectivas de poseer un cerebro grande es facilitar el desarrollo de nuevos comportamientos para responder a desafíos ecológicos que el individuo no ha experimentado antes, como una reducción súbita de los alimentos o la irrupción de un nuevo depredador”, explica César González-Lagos, autor principal del estudio e investigador en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), asociado a la Universidad Autónoma de Barcelona.
Los resultados, que se publican en el Journal of Evolutionary Biology, revelan que las especies que han desarrollado grandes cerebros viven más años que las que tienen cerebros pequeños, como sugiere la hipótesis del cerebro protector.
Según esta hipótesis, el cerebro adoptaría un papel “protector” que permitiría reducir la mortalidad y alargar la vida reproductora de los individuos, compensando de esta forma los costes energéticos y de desarrollo asociados a un cerebro grande. No obstante, las evidencias que aporta el estudio son “correlativas”, lo que significa que no indican “necesariamente” causa-efecto.
¿Qué ventaja selectiva ofrece un cerebro grande?
A lo largo de su historia evolutiva algunos mamíferos, como los primates, los cetáceos y los elefantes, han desarrollado cerebros mucho más grandes de lo que se esperaría por su tamaño corporal. Pero un gran cerebro implica costes energéticos y tiempo de desarrollo. En El descendiente del Hombre (1871), el naturalista británico Charles Darwin, siempre atraído por esta cuestión, pensaba que un cerebro grande, como el de los humanos, mejoraba la capacidad mental de los individuos, porque la selección natural favorece la aparición de los cerebros grandes. Darwin creía que con un cerebro grande la capacidad mental mejoraba.
Pero, ¿qué ventaja selectiva puede ofrecer? La controversia sobre los beneficios de tener un mayor cerebro aún continúa.
Susan Solomon:
"Hemos subido el termostato de la Tierra y no sabemos cómo bajarlo"
Nacida y criada en los rigurosos inviernos de Chicago, Susan Solomon, química atmosférica sabe bien de qué habla cuando alerta, ella fue quien midió por primera vez agujero de la capa de ozono.
Debe de existir algo en la personalidad de la doctora Susan Solomon que la atrae hacia los retos imposibles. En su libro El marzo más frío, esta química estadounidense se pone en la piel del capitán Robert Falcon Scott durante su expedición a la Antártida, en noviembre de 1911. En aquellos tiempos en los que el hombre creía que los avances tecnológicos podrían proporcionarle el dominio sobre la naturaleza –poco antes de la tragedia del Titanic–, el explorador inglés y su equipo recorrieron 1.450 km a temperaturas de -37º C. En enero de 1912, Scott alcanzó el Polo Sur sólo para descubrir que un grupo de noruegos, comandado por Roald Amundsen, había llegado un mes antes. Tras el fiasco, en el viaje de vuelta, Scott y sus hombres murieron en la barrera de hielo de Ross a causa de una intensísima ola de frío que, según Solomon, produjo temperaturas de 12 o más puntos por debajo de la media térmica establecida en la zona. El tiempo les tendió una trampa mortal.
Solomon, hija de una profesora y un agente de seguros, dio sus primeros pasos como científica mucho antes de conocer este reino helado. En una entrevista con el periodista americano Lee Katterman recordaba que quedó fascinada por el mundo submarino cuando a los nueve vio por televisión un documental de Jacques Cousteau. Esa naturaleza silencio sa tenía una cualidad que no encajaba con la mentalidad analítica de una muchacha interesada por la química. “Descubrí que la biología no era muy cuantitativa”, dijo a Katterman. En bachillerato ganó el tercer premio en un concurso nacional por un experimento que consistía en descifrar la proporción de oxígeno en una mezcla de gases. Luego, estudió Química en el Instituto de Tecnología de Illinois, en Chicago, donde investigó la intrigante atmósfera de Júpiter y, después, eso tan extraño que llamamos aire, la fina capa gaseosa que nos mantiene con vida.
En 1977, Solomon ingresó en la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA), en Boulder (Colorado), donde aún hoy conserva su despacho. Allí contactó con el prestigioso científico Paul Crutzen, que la animó a estudiar la química atmosférica terrestre. Más tarde, en la Universidad de Berkeley, en California, conoció a dos de sus mentores, Harold Johnston y Mario Molina. Antes de cumplir los 30, Solomon ya revisaba los trabajos de colegas más veteranos para su publicación en revistas especializadas.
En 1974, el mencionado Molina y Sherwood Rowland lanzaron una hipótesis que fue recibida con escepticismo, pero que 21 años después les gratificó con el Nobel de Química: los clorofluorocarbonos (CFC) que se usaban como refrigerantes, disolventes, propelentes para los envases a presión y en la fabricación de corcho blanco se descomponían en la estratosfera y liberaban átomos de cloro. Estos reaccionaban con el ozono, lo que significaba su destrucción. Hasta ese momento, nadie había considerado la importancia que tiene este gas para la vida en la
Tierra, y la idea siguió pareciendo una chifladura hasta que en 1985 los científicos informaron de que la capa de ozono sobre la Antártida menguaba durante la primavera austral. Al año siguiente, varios expertos, entre ellos, Susan Solomon, fueron enviados a la zona para realizar mediciones.
Entre agosto y octubre de 1986, Solomon estuvo trabajando en el oscuro invierno polar y en 1987 volvió para culminar la tarea. Así recordó aquellos tiempos durante la recepción del Premio Volvo de Medio Ambiente 2009: “A pesar de las dificultades, ir a la Antártida resultó ser una de las experiencias más excitantes de mi vida, no sólo por la detección de la pérdida de ozono, sino
porque constatamos los componentes químicos que causaban el agujero, en particular, los clorofluorocarbonos”. El continente blanco puede ser un lugar frío, pero ha dejado huella en el corazón de esta experta. Sus mediciones arrojaron cantidades de cloro inusualmente elevadas en la atmósfera alta, pero, como ella misma ha confesado, “no tenía la sensación de que estaba haciendo historia, al menos al comienzo; al final del segundo año empecé a darme cuenta de lo serio que era el asunto”. Entonces sugirió en varios artículos “que las nubes estratosféricas polares podrían jugar un papel en esta química tan inusual”; de hecho, actuaban como una especie de imán que facilitaba los mecanismos de destrucción del gas vital. A la vuelta, ya en su laboratorio del NOAA, Solomon publicó un extraordinario estudio sobre el agujero de ozono que supuso un punto de inflexión. Poco después, se firmó el histórico protocolo de Montreal que prohibía la fabricación de los CFC. Por su contribución ha recibido un aluvión de galardones, entre ellos, la medalla de oro del Departamento de Comercio (1989) y la Medalla Nacional de la Ciencia (2000) estadounidenses.
“Creo firmemente que la ciencia es una guía para la acción de la sociedad. Cuando la gente comprende de qué estamos hablando y cuáles son las posibles consecuencias, pueden suceder cosas sorprendentes”. En 2002, Solomon codirigió el Grupo Uno del Panel Intergubernamen tal para el Cambio Climático (IPCC), que convenció al mundo de la evidencia del calentamiento global, una tarea mucho más ardua que modelizar el clima y dibujar potenciales escenarios para enfrentarse a un aumento de temperatura media de uno a cuatro grados. “Imagina lo que es reunir a los representan tes de 130 Gobiernos en una habitación para ponerlos de acuerdo. Fue un momento tremendo. Por suerte estábamos muy bien preparados, nos describieron como un ejército al que nadie podía parar”. En 2007, el IPCC recibió el Nobel de la Paz junto a Al Gore.
Tras el agujero de ozono, el calentamiento global pasó a ser el siguiente hito en la carrera de esta mujer, que nació el 19 de enero de 1956 en Chicago. El objetivo ahora es más ambicioso si cabe. En un reciente artículo, Solomon alertó de que el calentamiento global es ya inevitable. Incluso si ahora se pararan las emisiones de gases de invernadero derivados de la actividad humana, los efectos del cambio climático se harán notar durante mil años, debido a que los océanos absorben muy lentamente el exceso de CO2. “En una analogía muy sencilla, nuestras emisiones de carbono significan que estamos subiendo el termostato y no sabemos cómo bajarlo”. Pero Solomon argumenta que es clave basar nuestras decisiones en el conocimiento científico, algo que puede dar lugar a una transformación social sin precedentes. “Creo que el mundo va a unirse en torno a este tema. Allá donde mires, se desarrollan nuevas tecnologías más eficientes y baratas para generar energías renovables. Yo soy optimista. A largo plazo, lo lograremos”.
Todo queda en familia
Nacida y criada en los rigurosos inviernos de Chicago, Susan Solomon, química atmosférica sabe bien de qué habla cuando alerta, ella fue quien midió por primera vez agujero de la capa de ozono.
Debe de existir algo en la personalidad de la doctora Susan Solomon que la atrae hacia los retos imposibles. En su libro El marzo más frío, esta química estadounidense se pone en la piel del capitán Robert Falcon Scott durante su expedición a la Antártida, en noviembre de 1911. En aquellos tiempos en los que el hombre creía que los avances tecnológicos podrían proporcionarle el dominio sobre la naturaleza –poco antes de la tragedia del Titanic–, el explorador inglés y su equipo recorrieron 1.450 km a temperaturas de -37º C. En enero de 1912, Scott alcanzó el Polo Sur sólo para descubrir que un grupo de noruegos, comandado por Roald Amundsen, había llegado un mes antes. Tras el fiasco, en el viaje de vuelta, Scott y sus hombres murieron en la barrera de hielo de Ross a causa de una intensísima ola de frío que, según Solomon, produjo temperaturas de 12 o más puntos por debajo de la media térmica establecida en la zona. El tiempo les tendió una trampa mortal.
Solomon, hija de una profesora y un agente de seguros, dio sus primeros pasos como científica mucho antes de conocer este reino helado. En una entrevista con el periodista americano Lee Katterman recordaba que quedó fascinada por el mundo submarino cuando a los nueve vio por televisión un documental de Jacques Cousteau. Esa naturaleza silencio sa tenía una cualidad que no encajaba con la mentalidad analítica de una muchacha interesada por la química. “Descubrí que la biología no era muy cuantitativa”, dijo a Katterman. En bachillerato ganó el tercer premio en un concurso nacional por un experimento que consistía en descifrar la proporción de oxígeno en una mezcla de gases. Luego, estudió Química en el Instituto de Tecnología de Illinois, en Chicago, donde investigó la intrigante atmósfera de Júpiter y, después, eso tan extraño que llamamos aire, la fina capa gaseosa que nos mantiene con vida.
En 1977, Solomon ingresó en la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA), en Boulder (Colorado), donde aún hoy conserva su despacho. Allí contactó con el prestigioso científico Paul Crutzen, que la animó a estudiar la química atmosférica terrestre. Más tarde, en la Universidad de Berkeley, en California, conoció a dos de sus mentores, Harold Johnston y Mario Molina. Antes de cumplir los 30, Solomon ya revisaba los trabajos de colegas más veteranos para su publicación en revistas especializadas.
En 1974, el mencionado Molina y Sherwood Rowland lanzaron una hipótesis que fue recibida con escepticismo, pero que 21 años después les gratificó con el Nobel de Química: los clorofluorocarbonos (CFC) que se usaban como refrigerantes, disolventes, propelentes para los envases a presión y en la fabricación de corcho blanco se descomponían en la estratosfera y liberaban átomos de cloro. Estos reaccionaban con el ozono, lo que significaba su destrucción. Hasta ese momento, nadie había considerado la importancia que tiene este gas para la vida en la
Tierra, y la idea siguió pareciendo una chifladura hasta que en 1985 los científicos informaron de que la capa de ozono sobre la Antártida menguaba durante la primavera austral. Al año siguiente, varios expertos, entre ellos, Susan Solomon, fueron enviados a la zona para realizar mediciones.
Entre agosto y octubre de 1986, Solomon estuvo trabajando en el oscuro invierno polar y en 1987 volvió para culminar la tarea. Así recordó aquellos tiempos durante la recepción del Premio Volvo de Medio Ambiente 2009: “A pesar de las dificultades, ir a la Antártida resultó ser una de las experiencias más excitantes de mi vida, no sólo por la detección de la pérdida de ozono, sino
porque constatamos los componentes químicos que causaban el agujero, en particular, los clorofluorocarbonos”. El continente blanco puede ser un lugar frío, pero ha dejado huella en el corazón de esta experta. Sus mediciones arrojaron cantidades de cloro inusualmente elevadas en la atmósfera alta, pero, como ella misma ha confesado, “no tenía la sensación de que estaba haciendo historia, al menos al comienzo; al final del segundo año empecé a darme cuenta de lo serio que era el asunto”. Entonces sugirió en varios artículos “que las nubes estratosféricas polares podrían jugar un papel en esta química tan inusual”; de hecho, actuaban como una especie de imán que facilitaba los mecanismos de destrucción del gas vital. A la vuelta, ya en su laboratorio del NOAA, Solomon publicó un extraordinario estudio sobre el agujero de ozono que supuso un punto de inflexión. Poco después, se firmó el histórico protocolo de Montreal que prohibía la fabricación de los CFC. Por su contribución ha recibido un aluvión de galardones, entre ellos, la medalla de oro del Departamento de Comercio (1989) y la Medalla Nacional de la Ciencia (2000) estadounidenses.
“Creo firmemente que la ciencia es una guía para la acción de la sociedad. Cuando la gente comprende de qué estamos hablando y cuáles son las posibles consecuencias, pueden suceder cosas sorprendentes”. En 2002, Solomon codirigió el Grupo Uno del Panel Intergubernamen tal para el Cambio Climático (IPCC), que convenció al mundo de la evidencia del calentamiento global, una tarea mucho más ardua que modelizar el clima y dibujar potenciales escenarios para enfrentarse a un aumento de temperatura media de uno a cuatro grados. “Imagina lo que es reunir a los representan tes de 130 Gobiernos en una habitación para ponerlos de acuerdo. Fue un momento tremendo. Por suerte estábamos muy bien preparados, nos describieron como un ejército al que nadie podía parar”. En 2007, el IPCC recibió el Nobel de la Paz junto a Al Gore.
Tras el agujero de ozono, el calentamiento global pasó a ser el siguiente hito en la carrera de esta mujer, que nació el 19 de enero de 1956 en Chicago. El objetivo ahora es más ambicioso si cabe. En un reciente artículo, Solomon alertó de que el calentamiento global es ya inevitable. Incluso si ahora se pararan las emisiones de gases de invernadero derivados de la actividad humana, los efectos del cambio climático se harán notar durante mil años, debido a que los océanos absorben muy lentamente el exceso de CO2. “En una analogía muy sencilla, nuestras emisiones de carbono significan que estamos subiendo el termostato y no sabemos cómo bajarlo”. Pero Solomon argumenta que es clave basar nuestras decisiones en el conocimiento científico, algo que puede dar lugar a una transformación social sin precedentes. “Creo que el mundo va a unirse en torno a este tema. Allá donde mires, se desarrollan nuevas tecnologías más eficientes y baratas para generar energías renovables. Yo soy optimista. A largo plazo, lo lograremos”.
Todo queda en familia
Por primera vez en la historia un equipo de científicos ha analizado la secuencia de ADN de dos padres y dos hijos miembros de una misma familia. Según los expertos, se trata de uno de los mayores avances en este área desde que en el año 2003 se decodificó por primera vez el genoma humano.
El análisis genético ha permitido estimar la tasa media de mutaciones genéticas
que los padres transmiten a su descendencia y localizar con precisión las regiones de los cromosomas donde se producen los intercambios de informaciones
genéticas entre los progenitores para crear nuevas características genéticas en sus hijos, según explican los investigadores del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle (EE.UU) en la revista Science.
Comparando las secuencias de ADN de los padres con las de sus hijos, los científicos estimaron con un elevado grado de certeza que cada uno de los dos padres lega 30 mutaciones, o sea, 60 en total. Hasta ahora los científicos consideraban que cada padre transmitía un promedio 75 mutaciones genéticas a sus hijos, es decir, más del doble. La mayoría de las mutaciones transmitidas por los padres no tienen ninguna consecuencia para la salud de sus hijos, según los conocimientos médicos actuales, subrayaron los investigadores.
Los investigadores predicen que su método de secuenciación del genoma familiar se incorporará a la mayoría de registros médicos personales de los pacientes en un futuro no muy lejano.
Elena Sanz
11/03/2010
Confirmado: un meteorito acabó con los dinosaurios
Los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años debido a un enorme asteroide que se estrelló contra la Tierra, según publica hoy en Science un panel internacional de expertos de Europa, EE UU, México, Canadá y Japón, que espera poner fin así a un largo debate.
Los investigadores han llegado a esta conclusión tras revisar 20 años de pruebas sobre lo que pudo haber provocado la gran mortandad en el Cretácico, que terminó con más de la mitad de todas las especies del planeta de la época, incluidos los dinosaurios. Los investigadores determinaron que un asteroide de unos 15 km de ancho, que se estrelló en lo que hoy es Chicxulub, México, fue el causante de la extinción masiva que abrió el camino para que los mamíferos reinasen en la Tierra.
Los científicos calculan que el asteroide golpeó la Tierra con una fuerza mil millones de veces superior a la de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. "Habría lanzado a la atmósfera material a alta velocidad, desencadenando una serie de eventos que causaron un invierno global,
destruyendo mucha de la vida en la Tierra en cuestión de días", aseguran los 41 autores del estudio, que también sugieren que el impacto provocó tsunamis en todo el planeta y terremotos superiores a 10 en la escala Richter.
Descartada la teoría del volcán
Algunos científicos consideran que los dinosaurios, los pterosaurios y otras especies se extinguieron hace 65 millones de años debido a una serie de erupciones volcánicas en la actual India, que duraron unos 1,5 millones de años. Las erupciones de las Trampas del Deccan (volcanes inusualmente activos) arrojaron suficiente lava de basalto para llenar el Mar Negro dos veces, lo que podría haber causado un enfriamiento de la atmósfera y lluvia acida a escala global. Pero las evidencias reunidas para el nuevo estudio que publica Science muestran que los ecosistemas marinos y terrestres fueron destruidos rápidamente en la extinción del Cretácico-Paleógeno, descartando que la responsable fuera la actividad volcánica.
"Modelos informáticos y datos de observación sugieren que la liberación de gases como sulfuro en la atmósfera después de cada erupción volcánica habrían tenido un efecto de corta duración en el planeta y no habrían causado daños suficientes para crear un extinción masiva de especies terrestres y marinas", indicó el informe.
La clave está en el cráter
El mexicano Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y coautor del estudio, iniciará ahora una nueva exploración en el cráter Chicxulub, de 200 kilómetros de diámetro. Este cráter tiene una zona en tierra y otra dentro del mar. “De la parte terrestre tenemos más cinco mil muestras, pero ahora queremos explorar la parte marina, que es mucho más profunda", explicó Urrutia, que espera que la nueva investigación despeje algunas dudas sobre cómo muchas especies desaparecieron mientras otras lograron sobrevivir.
El eje de la tierra se altera por el terremoto de Chile
El terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que sacudió el pasado sábado Chile redujo levemente la duración del día y desplazó el eje de la Tierra en ocho centímetros. Esa es la conclusión a la que ha llegado Richard Gross, investigador del Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA, que en un cálculo preliminar ha estimado que el sismo pudo haber acortado 1,26 microsegundos la longitud de cada día en la Tierra.
El mismo modelo usado por Gross para sus cálculos sirvió para estimar que el terremoto de Sumatra-Andamán de magnitud 9,1, que tuvo lugar en 2004, pudo haber acortado la duración de los días en 6,8 microsegundos e inclinado el eje terrestre en 2,32 milisegundos de arco (unos 7 centímetros). El científico explica que, aunque el terremoto de Chile fue más pequeño que el de Sumatra, el de Chile logró inclinar un poco más el eje terrestre porque estuvo localizado en las latitudes medias de la Tierra, con lo cual pudo cambiar de forma más efectiva las cifras del eje que el seísmo de Sumatra, próximo al ecuador. Además, según Gross, “la falla responsable del terremoto de 2010 en Chile desciende bajo la superficie de la Tierra a un ángulo ligeramente más empinado que el de la falla responsable del terremoto de 2004”.
La Tierra no es un cuerpo completamente rígido, está sujeta a muchas perturbaciones, y los movimientos de grandes cantidades de masa de placas tectónicas pueden ocasionar cambios en su dinámica. No obstante, los expertos recuerdan que esos cambios no se notarán en nuestra vida cotidiana.
Mil megatoneladas
Según cálculos del British Geological Survey (BGS), la enorme cantidad de estrés
almacenado durante cientos de años en el límite de las placas tectónicas donde ocurrió el terremoto de Chile -y donde no había habido ningún sacudimiento fuerte desde 1935 liberó energía equivalente a más de mil megatoneladas de TNT en unas cuantas decenas de segundos. La ola causada por el terremoto frente a la costa de Chile tardó 10 horas en cruzar el océano Pacífico.
Buscando vida extraterrestre
¿Estamos solos en el Universo? ¿O hay vida ahí afuera? Si existen extraterrestres, ¿qué aspecto tendrían? Son las preguntas que están debatiendo los científicos reunidos en la Royal Society de Londres para celebrar el 350 aniversario de la organización.
Gracias a los avances de la tecnología, los astrónomos son capaces de detectar
planetas orbitando estrellas diferentes del Sol donde la vida podría existir. "Averiguaremos si esos planetas tienen continentes y océanos. Aunque investigar cualquier cosa sobre su tipo de vida llevará un camino arduo, lograr una simple imagen de ellos supondrá un tremendo progreso para nosotros", ha argumentado el popular astrónomo Martin Rees, que ayer impartió una conferencia magistral sobre el tema. Por su parte, Simon Conway Morris, de la Universidad de Cambridge, advierte que si encontramos formas de vida extraterrestre habrá que estar "preparados para lo peor".
Esta tarde, el físico Paul Davies, conocido por sus estudios sobre el origen de la
vida, impartirá una nueva conferencia sobre el futuro del programa SETI (acrónimo del inglés Search for ExtraTerrestrial Intelligence), dedicado a la búsqueda de vida inteligente usando radiotelescopios. En su charla, Davies tratará de responder a cuestiones como de qué manera podrían intentar comunicarse con nosotros seres de otros planetas y cómo deberíamos responder si en algún momento se establece ese contacto.
La clave está en el cráter
El mexicano Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y coautor del estudio, iniciará ahora una nueva exploración en el cráter Chicxulub, de 200 kilómetros de diámetro. Este cráter tiene una zona en tierra y otra dentro del mar. “De la parte terrestre tenemos más cinco mil muestras, pero ahora queremos explorar la parte marina, que es mucho más profunda", explicó Urrutia, que espera que la nueva investigación despeje algunas dudas sobre cómo muchas especies desaparecieron mientras otras lograron sobrevivir.
El eje de la tierra se altera por el terremoto de Chile
El terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que sacudió el pasado sábado Chile redujo levemente la duración del día y desplazó el eje de la Tierra en ocho centímetros. Esa es la conclusión a la que ha llegado Richard Gross, investigador del Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA, que en un cálculo preliminar ha estimado que el sismo pudo haber acortado 1,26 microsegundos la longitud de cada día en la Tierra.
El mismo modelo usado por Gross para sus cálculos sirvió para estimar que el terremoto de Sumatra-Andamán de magnitud 9,1, que tuvo lugar en 2004, pudo haber acortado la duración de los días en 6,8 microsegundos e inclinado el eje terrestre en 2,32 milisegundos de arco (unos 7 centímetros). El científico explica que, aunque el terremoto de Chile fue más pequeño que el de Sumatra, el de Chile logró inclinar un poco más el eje terrestre porque estuvo localizado en las latitudes medias de la Tierra, con lo cual pudo cambiar de forma más efectiva las cifras del eje que el seísmo de Sumatra, próximo al ecuador. Además, según Gross, “la falla responsable del terremoto de 2010 en Chile desciende bajo la superficie de la Tierra a un ángulo ligeramente más empinado que el de la falla responsable del terremoto de 2004”.
La Tierra no es un cuerpo completamente rígido, está sujeta a muchas perturbaciones, y los movimientos de grandes cantidades de masa de placas tectónicas pueden ocasionar cambios en su dinámica. No obstante, los expertos recuerdan que esos cambios no se notarán en nuestra vida cotidiana.
Mil megatoneladas
Según cálculos del British Geological Survey (BGS), la enorme cantidad de estrés
almacenado durante cientos de años en el límite de las placas tectónicas donde ocurrió el terremoto de Chile -y donde no había habido ningún sacudimiento fuerte desde 1935 liberó energía equivalente a más de mil megatoneladas de TNT en unas cuantas decenas de segundos. La ola causada por el terremoto frente a la costa de Chile tardó 10 horas en cruzar el océano Pacífico.
Buscando vida extraterrestre
¿Estamos solos en el Universo? ¿O hay vida ahí afuera? Si existen extraterrestres, ¿qué aspecto tendrían? Son las preguntas que están debatiendo los científicos reunidos en la Royal Society de Londres para celebrar el 350 aniversario de la organización.
Gracias a los avances de la tecnología, los astrónomos son capaces de detectar
planetas orbitando estrellas diferentes del Sol donde la vida podría existir. "Averiguaremos si esos planetas tienen continentes y océanos. Aunque investigar cualquier cosa sobre su tipo de vida llevará un camino arduo, lograr una simple imagen de ellos supondrá un tremendo progreso para nosotros", ha argumentado el popular astrónomo Martin Rees, que ayer impartió una conferencia magistral sobre el tema. Por su parte, Simon Conway Morris, de la Universidad de Cambridge, advierte que si encontramos formas de vida extraterrestre habrá que estar "preparados para lo peor".
Esta tarde, el físico Paul Davies, conocido por sus estudios sobre el origen de la
vida, impartirá una nueva conferencia sobre el futuro del programa SETI (acrónimo del inglés Search for ExtraTerrestrial Intelligence), dedicado a la búsqueda de vida inteligente usando radiotelescopios. En su charla, Davies tratará de responder a cuestiones como de qué manera podrían intentar comunicarse con nosotros seres de otros planetas y cómo deberíamos responder si en algún momento se establece ese contacto.
Nanotechnology (término inglés) ¿Qué es? concepto, definición, significado...
La palabra "nanotecnología" es usada extensivamente para definir las ciencias y técnicas que se aplican al un nivel de nanoescala, esto es unas medidas extremadamente pequeñas "nanos" que permiten trabajar y manipular las estructuras moleculares y sus átomos. En síntesis nos llevaría a la posibilidad de fabricar materiales y máquinas a partir del reordenamiento de átomos y moléculas. El
desarrollo de esta disciplina se produce a partir de las propuestas de Richard Feynman (Breve cronología - historia de la nanotecnología).
La mejor definición de Nanotecnología que hemos encontrado es esta: La nanotecnologia es el estudio, diseño, creación, síntesis, manipulación y aplicación de materiales, aparatos y sistemas funcionales a través del control de la materia a nano escala, y la explotación de fenómenos y propiedades de la materia a nano escala.
Cuando se manipula la materia a la escala tan minúscula de átomos y moléculas, demuestra fenómenos y propiedades totalmente nuevas. Por lo tanto, científicos utilizan la nanotecnología para crear materiales, aparatos y sistemas novedosos y poco costosos con propiedades únicas.
Nos interesa, más que su concepto, lo que representa potencialmente dentro del conjunto de investigaciones y aplicaciones actuales cuyo propósito es crear nuevas estructuras y productos que tendrían un gran impacto en la industria, la medicina (nanomedicina), etc..
Esta nuevas estructuras con precisión atómica, tales como nanotubos de carbón, o pequeños instrumentos para el interior del cuerpo humano pueden introducirnos en una nueva era, tal como señala Charles Vest (ex-presidente del MIT). Los avances nanotecnológicos protagonizarían de esta forma la sociedad del conocimiento con multitud de desarrollos con una gran repercusión en su instrumentación empresarial y social.
La nanociencia está unida en gran medida desde la década de los 80 con Drexler y sus aportaciones a la"nanotecnología molecular", esto es, la construcción de nanomáquinas hechas de átomos y que son capaces de construir ellas mismas otros componentes moleculares. Desde entonces Eric Drexler (personal webpage), se le considera uno de los mayores visionarios sobre este tema. Ya en 1986, en su libro "Engines of creation" introdujo las promesas y peligros de la manipulación molecular. Actualmente preside el Foresight Institute.
El padre de la "nanociencia", es considerado Richard Feynman, premio Nóbel de Física,
quién en 1959 propuso fabricar productos en base a un reordenamiento de átomos y moléculas. En 1959, el gran físico escribió un artículo que analizaba cómo los ordenadores trabajando con átomos individuales podrían consumir poquísima energía y conseguir velocidades asombrosas.
Existe un gran consenso en que la nanotecnología nos llevará a una segunda revolución industrial en el siglo XXI tal como anunció hace unos años, Charles Vest (ex-presidente del MIT).
Supondrá numerosos avances para muchas industrias y nuevos materiales con propiedades extraordinarias (desarrollar materiales más fuertes que el acero pero con solamente diez por ciento el peso), nuevas aplicaciones informáticas con componentes increíblemente
más rápidos o sensores moleculares capaces de detectar y destruir células cancerígenas en las partes más dedlicadas del cuerpo humano como el cerebro, entre otras muchas aplicaciones.
Podemos decir que muchos progresos de la nanociencia estarán entre los grandes avances tecnológicos que cambiarán el mundo.
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