lunes, 9 de agosto de 2010

Ejemplos de Monólogos

EJEMPLOS DE MONÓLOGOS

1. POR QUÉ LOS HOMBRES NUNCA ESTÁN DEPRIMIDOS
Conservan su apellido.
El garaje es todo suyo.
La preparación de la boda se hace sola.
El chocolate es algo que se pueden comer.
Nunca se quedan embarazados.
Los mecánicos les cuentan la verdad.
El mundo es su orinal.
Nunca tienen que conducir hasta la próxima gasolinera porque en ésta están los lavabos sucios.
Las arrugas añaden carácter.
La gente nunca les mira los pechos cuando les están hablando.
Los zapatos nuevos no les destrozan los pies.
Las conversaciones telefónicas duran 30 segundos.
Unas vacaciones de 5 días necesitan sólo una maleta.
Pueden abrir todos los frascos.
Su ropa interior cuesta 8,90 ¤, en pack de tres.
Tres pares de zapatos son más que suficientes.
Son incapaces de ver arrugas en su traje.
Todo en su cara permanece en su color original.
El mismo peinado les dura años, quizás décadas.
Sólo tienen que afeitarse la cara.
Pueden jugar con juguetes toda su vida.
Una cartera y un par de zapatos, un color para todas las estaciones.
Pueden llevar pantalones cortos independientemente de cómo luzcan sus piernas.
Pueden ‘hacerse’ las uñas con una navajita de bolsillo.
Pueden escoger si quieren dejarse bigote.
Pueden comprar los regalos de Navidad para 25 parientes, el 24 de diciembre, en 25 minutos.

¡¡¡No me extraña que los hombres seamos más felices!!!

2. HAMLET

Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,
nada más. Y si durmiendo terminaran
las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, sería una conclusión
seriamente deseable. Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo;
pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio
y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién
soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo,
los insultos que sufre la paciencia,
pudiendo cerrar cuentas uno mismo
con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas,
gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá,
la tierra inexplorada de cuyas fronteras
ningún viajero vuelve, detiene los sentidos
y nos hace soportar los males que tenemos
antes que huir hacia otros que ignoramos?
La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo
se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad
por tal motivo se desvían de su curso
y ya no son acción. - Pero, alto:
la bella Ofelia. Hermosa, en tus plegarias
recuerda mis pecados.

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