viernes, 9 de julio de 2010

Silvina Bullrich, “Teléfono ocupado” (fragmento).

Por lo general no recuerdo mis sueños, pero el de anoche sólo se borrará cuando se borre mi vida. Yo necesitaba comunicarme urgentemente con alguien cuya dirección ignoraba. Sólo sabía su número de teléfono, pero el mío se había vuelto tercamente silencioso. Yo golpeaba la horquilla con fuerza, lo conectaba y lo desconectaba, desenrollaba el cordón, lo sacudía son piedad (...)
Recuerdo la angustia que me acosaba en mi sueño ante esa caja por lo general tan elocuente y ahora sordomuda (...) Mientras sacudía en vano el aparato dispuesto a no ceder, pensaba con nostalgia en todas las personas que pueblan lo que podría llamar mi salón telefónico. Me desesperaba sobre todo no poder hablar con Julia, aunque cuando estoy despierta no se me ocurre llamarla jamás (...)
A esta altura de mi rabia y desamparo, sonó nítida, alegre, la campanilla del teléfono. Vacilé un instante sin poder discernir muy bien cuál era el sueño y cuál era la realidad, pero la campanilla insistente disipó mis dudas.

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