sábado, 26 de junio de 2010
Estrategias de lectura
Antes de la lectura:
¿Para qué voy a leer? (Determinar los objetivos de la lectura).
1. Para aprender.
2. Para realizar un trabajo de investigación.
3. Para obtener información precisa.
4. Para seguir instrucciones.
5. Para revisar un escrito.
6. Por placer.
7. Otras razones.
¿Qué sé de este texto? (Activar el conocimiento previo).
¿De qué trata este texto? ¿Qué me dice su estructura? (Formular hipótesis y hacer predicciones sobre el texto).
Durante la lectura:
- Utilizar el conocimiento previo para darle sentido a la lectura.
- Monitorear su comprensión durante todo el proceso de la lectura.
- Corregir los errores de comprensión una vez que se dan cuenta que han interpretado mal lo leído.
- Distinguir lo importante en los textos que leen.
- Hacer inferencias constantemente durante y después de la lectura.
Actividades:
1. Formular hipótesis y hacer predicciones sobre el texto.
2. Formular preguntas sobre lo leído.
3. Aclarar posibles dudas acerca del texto.
4. Resumir el texto.
5. Releer las partes confusas.
6. Consultar el diccionario.
7. Pensar en voz alta para asegurar la comprensión.
8. Crear imágenes mentales para visualizar descripciones vagas.
Después de la lectura:
1. Hacer resúmenes.
2. Formular y responder preguntas.
3. Parafrasear el texto.
4. Crear organizadores gráficos.
"Carta de Serafina" - Poldy Bird
Estimada señora Angélica:
No le escribí antes porque, como usted sabe, yo no sé leer ni escribir. Menos mal que la encontré a la señorita Marta que es maestra y me ofreció a hacerme este favor. Pero con una condición, le dije yo, usted pone todo lo que yo le dicte porque si no la carta no va a tener ningún valor, ¿no le parece señora?
Usted habrá pensado muy mal de mí y con toda razón, señora Angélica. Yo me acuerdo cómo se quejaba de su hija Margarita que nunca se acordaba de mandarle una carta desde Brasil, eso que tenía tiempo para escribirle… con dos sirvientas y hasta un chofer que podía llevarle la correspondencia al correo.
La verdad es que por estos pagos no hay muchos que sepan escribir. Mi mamá y mi papá, bueno… ella lava todo el día y él llega cuando ya no le entra más vino en el cuerpo, pero igual no saben. Y mis pobres hermanitos recién ahora van a empezar a ir a la escuela ya que esta maestra tan buena se va a encargar de ablandarles la cabeza.
De salud todos bien y agradecidos por las ropitas que les traje, ésas que al niño Oscar no le iban. Mi mamá enloquecida con el saco, claro que para lo que ella sale... ¡un terciopelo tan lindo!
Yo le dije a mi mamá eso que usted me dijo: que lo echara a mi papá de la casa si seguía tomando, y así, un poco con lo que gana ella y otro poco con lo que gane yo, nos arreglaríamos para tener un hogar decente.
Pero señora, ella no entendió. Abrió los ojos así de grandes, me dio una cachetada que me hizo dar vuelta la cara y me contestó: Si vos supieras quién fue tu padre te lavarías la boca antes de hablar mal de él.
Y me señaló el rancho, y la huerta, y el gallinero y el pozo del agua y siguió retándome: Todo eso lo hizo él con sus manos, sin la ayuda de nadie. Y soñó lo mejor para mí y para sus hijos pero la pobreza no lo dejó levantar cabeza... y al final mirá en lo que se convirtió... Dios nos mandó muchos hijos y a todos había que darles de comer, vestirlos y qué se yo…
Y a vos cuando eras chica te compramos una muñeca ¡nueva! Pero después los dueños del aserradero lo vendieron y se fueron y la gente que lo compró sacó todo y lo convirtió en una quinta de fin de semana.
Usted sabe, señora Angélica, yo me acuerdo de lo linda que era esa quinta. Ahora está abandonada porque los dueños no vienen nunca, pero antes venían los fines de semana con los chicos y yo los espiaba cuando se bañaban en la pileta y una vez hasta me dejaron entrar y me dieron masitas, una con crema y todo.
Le quería decir que al Pancho no lo encontré, se fue conchabado a Buenos Aires, pero no se preocupe señora porque yo ya no lo quiero más y es mejor que no esté. Igual él quién sabe si me seguía queriendo…
Y también le quería decir que yo no soy una ladrona, como seguramente pensó cuando vio que le faltaba el pañuelo azul del niño Ricardo, ese que siempre llevaba abrazado a su cuello, y el frasco de colonia que él se ponía después del baño... pero vea, señora, yo le voy a explicar... Cuando usted me dijo que era mejor que me viniera con mi mamá y que a lo mejor el Pancho al verme así se casaba conmigo, yo no le quise decir nada a usted para no preocuparla, porque usted siempre fue tan buena y bastantes preocupaciones tiene con los disgustos que le dan a sus hijos, que una no escribe y el otro anda siempre como bala perdida.
Pero mire, el niño Ricardo no es malo, son las juntas ¿sabe? Yo lo conozco bien y él es muy dulce y muy sentido, tiene esos ojos verdes tan lindos que no pueden ser los de un hombre malo.
Dígale de parte mía que yo no estoy enojada… que le voy a mandar el pañuelo y el frasco de colonia con lo que queda, si quiere. Yo me los traje de zonza que soy, para tener un recuerdo de su casa, señora, porque el clavel que el niño me regaló para mi cumpleaños se secó y la cocinera lo tiró a la basura.
Y también quería decirle, señora Angélica, que mi mamá se enojó pero no mucho y que ella me va a cuidar el nene cuando vuelve de lavar así yo voy a hacer trabajos de limpieza en las casas del pueblo. Es un nene muy lindo, si viera… tiene los ojitos verdes y es muy buenito. Me hubiera gustado que usted fuera la madrina, pero como está tan lejos, me salió de madrina la señorita Marta. Se llama Ricardo. Muchos piensan que el Pancho tuvo la culpa, que cuando vine para los carnavales…pero le voy a decir la verdad: él no tuvo nada que ver. El padre es otro y tengo jurado no decirlo nunca. Y aunque me maten no lo voy a decir.
Bueno, señora Angélica, me despido de usted con todo respeto, con saludos, y cuando tenga alguna cosita que no le sirva ya sabe que a nosotros todo nos viene bien.
Serafina.
Publicado en Cuentos para leer sin rimmel, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1971.
Autora: Poldy Bird.
Punto de vista, hecho, opinión
En temas polémicos (la guerra, el aborto, el divorcio) se generan debates en los que las personas expresan diferentes puntos de vista. Ejemplo:
Soy madre, tengo dos hijos, y no quisiera que ellos tuvieran que, en caso de guerra, ir a pelear por su país. (punto de vista).
La guerra es la peor vía para solucionar los conflictos entre naciones; ésta produce muerte, dolor y desesperanza. (opinión).
En el ejemplo, la madre expresa una opinión desde ese punto de vista: como madre.
- Hecho: un hecho es objetivo, es decir, presenta información comprobable que se basa en hechos concretos, demostraciones y datos lógicos. Es indiscutible.
- Opinión: una opinión es lo que se piensa a partir de un acontecimiento; es subjetiva y se relaciona con emociones y sentimientos que no se pueden comprobar. Corresponde a una realidad cuestionable, basada en pruebas incompletas, fragmentarias y discutibles.
Vídeo canción "Yo opino"
“Yo opino”
Joe Pino y los Maniacodepresivos
Yo opino
que opinar es necesario,
porque tengo inteligencia,
y por eso siempre opino.
Yo opino
que si opino un pensamiento
que me venga a la cabeza
hago crítica social.
Yo opino
de lo humano y lo divino
y a veces digo con tino
mi opinión es opinar.
Yo opino
que el gobierno está en lo cierto
y también equivocado
dependiendo de qué lado.
CORO: Yo opino (ajá),
Joe Pino (mhm)
Joe Pino (ajá)
yo opino (ajá).
Yo opino
con criterio y elocuencia
y jamás pido clemencia
si me acusan de demencia.
Yo opino
porque leo bien los diarios
y los leo diario a diario
para seguir opinando.
Yo opino
sin saber leer ni escribo
nunca sé de lo que opino
pero soy buen opinante.
Yo opino
con respeto a su persona
y mi vida yo daría
defendiendo su opinión.
CORO: Yo opino (mhm),
Joe Pino (ajá),
Yo opino (ajá)
Joe Pino (ajá),
Yo opino (ajá),
Joe Pino (mhm),
Yo opino (ajá)
Joe Pino (ajá).
Eso opino.
jueves, 24 de junio de 2010
Los Heraldos Negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.